martes, 17 de julio de 2018

Remordiscos

Mucho que aprender, demasiado,
para un terco torpe
con complejo de impostor.
Las heridas se muestran
como ingenuas pretensiones
del conocimiento para un aspirante
a pasar, simplemente, desapercibido.
Cómo doler para adentro
para vencer la timidez
y responder con descaro
a las expectativas.
Debería existir una consigna
para darme por aludido sin complejos
cada vez que me tiemble el pulso
y brote de mis venas
la sangre seca de las frustraciones,
y trazar sin temblor tu silueta
en noches de única excitación.
Muerde y remuerde
pensar que se ha hecho mal
en otras personas.
Pero sé que hay dolores mayores
y causas mucho más injustas
y abandono estas palabras
a navegar por la red
mientras siguen confabulándose
estrategias de poder en el mundo
contrarias a la humanidad en sí.
Y a tomar por culo lo demás.

Dulce viento de la juventud

Y han pasado los años
y no estamos juntos,
como nos prometimos.
Y no hemos salvado la pobreza,
aquel propósito con el que soñábamos;
desde que no nos vemos
ha incrementado el hambre
y la crueldad de los poderosos.
Hoy me percato de que tu mirada,
aquella que tanto ensalcé,
no era capaz de evitar
que el agua se tragara el miedo.
Ignoro si tus senos siguen
desafiantes al universo,
dudo que sigas sujetando la tierra
con tus pasos firmes y seguros,
sé que también tenías
algunas ideas equivocadas.
Me remuerde no haberte dicho
que mi papelera, por aquella época,
rebosaba papeles con "tequieros".
Supongo que hemos contado muertos
ajenos por nuestro distanciamiento.
Y te mantendré en el anonimato
para no perturbar tu camino tomado
aunque quizás estés esperando
escucharme decir estas palabras
que me despeinan con aire oscense
y un dulce viento de la juventud.
Fuiste gran parte de lo que soy,
pero eso sí te lo dejé claro;
de eso, nada ha cambiado. 
Pasada la media vida,
hoy me acuerdo ti
y de cuando apenas la comenzábamos
y no supimos continuarla juntos.

jueves, 5 de julio de 2018

Hormigas


En             lo
al             to
diviso,
a lo lejos,
un trigal
con dos
hormigueros y un gran barullo entre ellos.
Sobre cada
montoncito
de arena,
dos hormigas dispuestas con alas dirigen
cada una su
ejército
de
lacayos
disputándose un grano de trigo en medio
de una línea
divisoria que
sólo ellas son
capaces
de ver.